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Postales de navidad

Amaneció diciembre
Diciembre amanecía sobre el Ávila con un verde tierno y luminoso. ...

Postal
Ya deben estar encendidas las luces de los árboles de Navidad en el Camino Real de Sabanagrande, ...

Diciembre y poesía
Diciembre tiene un signo de estrellas y campanas. En el norte cae la nieve y los niños empiezan a soñar ...

Amaneció diciembre

Diciembre amanecía sobre el Ávila con un verde tierno y luminoso. Yo tenía una ventana frente al milagro cambiante del monte, una ventana entre acacias. En las avenidas de La Florida había un aroma suave de pinos. Ahora, cuando llega ese aroma, recuerdo aquellas tardes ante la chimenea de la montaña. Contigo Antonia Palacios, contigo Alejo Carpentier, contigo Hilario, claro recuerdo de música.

Diciembre en El Junquito... Abajo brillaba el tapiz multicolor y mágico de la ciudad. Arriba en la montaña todo era silencio, niebla, olor de pinos...la rama que se estruja entre las palmas de las manos para que su aroma persista. como persiste en el corazón aquel recuerdo.  Amaneció diciembre, si no me lo dijera el calendario lo sabría en el aroma de los pinos que viene desde lejos. Amaneció diciembre con lluvia en la colina.

Diciembre es usted, Don Claudio Vivas, diciembre es, más que nunca, su casa de puerta abierta, su lámpara encendida, su camino, siempre ” el camino que mejor me lleva.”  Era vano el andar aventurero...El corazón sigue latiendo pulso a pulso con el diciembre de aquel tiempo. Esta mañana amaneció diciembre sobre el Ávila!

Postal

Ya deben estar encendidas las luces de los árboles de Navidad en el Camino Real de Sabanagrande, junto al cruce de Las Acacias. Anoche comenzaron los patinadores a cumplir su alegre cascabeleo por las avenidas del Parque de los Caobos y las aceras del centro de Caracas estarán inundadas por el río claro de la risa venezolana y el río oscuro de los inmigrantes.

Allá en el amable Caripe del Oriente venezolano, el pesebre familiar y el árbol multicolor reunirán a las gentes por las noches, las tibias noches perfumadas por el aroma de los naranjos en flor.

Y la voz aquella de Gilda, que era como un río en el amanecer, dirá el claro y simple ritual de los rezos cristianos, los que se dicen junto al pan y el agua de la mesa limpia. Habrán florecido maravillosamente en el jardín las orquídeas de Irma y sonreirá, silenciosa, Eglé mientras la risa sonora de Magaly se abrirá como un nueva flor sonora.

Tal vez en Caracas alguien encienda una lámpara, mientras en Popayán, por donde pasa en las noches el ruido alegre de las chirimías, yo sueño en una niebla que trae el recuerdo de otra niebla y hablo con las palabras del poeta:

¿Es verdad que si les pido
a las errantes estrellas
lo que yo quiero, esta noche
el cielo me lo concede?
¡Llévame madre, llévame hasta Galipán

Diciembre y poesía

Diciembre tiene un signo de estrellas y campanas. En el norte cae la nieve y los niños empiezan a soñar con el viejo Noel y con su carro tirado por renos estelares. Aquí en el sur, en la América nuestra, diciembre tiene olor de musgo y fruta agreste .En estos días “La virgen de palo santo va camino del pesebre” Y los recuerdos vienen, camino del corazón, a traernos la memoria de antiguas Nochebuenas, cuando alrededor de la mesa familiar aguardábamos todos las campanas de la media noche.

Hubo en Venezuela un poeta que tenía el don de descubrir la belleza de las cosas menudas y tiernas. Sobre la dulce tierra de poesía que es diciembre se renueva el poema de Jacinto Fombona Pachano: La virgen de palo santo va camino del pesebre, la virgen de palo santo soñando un Jesús de nieve.

Cuando llega diciembre todo es alegre. Alguna vez estuvimos solos, en tierra lejana, y cuando diciembre hizo estallar sus luminarias jubilosas, la tristeza fue más triste. Pero el corazón debió entender, no importa dónde ni con cuántas heridas, el hosanna de los pastores. Y es que diciembre es la culminación de la fe cristiana, de la sencilla fe de los que sabemos que “en español es más profundo el Padre Nuestro”.

Diciembre es como una gota de agua en la frente. Limpio y puro como la lluvia, deja a su paso transparente el alma. Es la gota de agua de Ángel Miguel Queremel: Gota de agua en mi frente, día nuevo, alba naciente, gota de agua, te haré una cruz en mi frente.

Los villancicos entierran en el silencio su flecha de oro. Son voces de niños que cantan, voces de niños que hacen cantar a los hombres, cuando ellos también ven encenderse la estrella de Belén. En Venezuela, Manuel Rodríguez Cárdenas escucha el villancico navideño y nos dice: Poetas, pastores, muchachos, cantores y morenas mozas de la vecindad tocan las estrellas entre las maracas y el viento anunciando nuestra Navidad.

Y en el amor de América que se congrega alrededor del nacimiento de Cristo, dice la voz chilena de Ángel Cruchaga Santamaría: Tierra clara y sonora de los bosques profundos sombra de Jesucristo desde el cielo tendida, de las estrellas viene Jesús sobre la vida.

La voz de los poetas sube por el cielo de diciembre y se esparce iluminando la ruta del advenimiento. En todos los rincones de la tierra se visten de alegría los corazones porque viene el Salvador a traer una vez más su sagrada palabra de paz y amor.