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El Poeta Habla de las Cosas Sencillas

He amado las cosas sencillas:
el pan y la hormiga, el insecto
en la brizna de hierba dorada,
la luz en la calle del pueblo,
la cabra que muerde a la orilla
del arroyo y los sauces, el cielo.
El labriego que ha visto en mis ojos
levantarse la sombra del tiempo
y que intuye tal vez que la muerte
es la luz que prepara otro vuelo.

He amado la casa olvidada
donde nace de noche un lucero,
en el hilo de tejas oscuras
-hoy ya grises de muerte y silencio-
donde anduvo la voz de mi madre
entre azules violetas y fuego
y su mano se abrió sobre el lino
o subió como el ala de un ruego.

He amado las cosas sencillas:
Esta calle, esta piedra, este pueblo.
este pozo con nubes lejanas,
este sauce que brilla en el viento;
este pez -que cogimos un dia
con mi padre- que saltó del cielo
a morir sobre arenas doradas,
enredado en la cuerda de un sueño.

Esta tarde me voy por el monte
a buscar los caminos pequeños.
Tal vez venga la noche bajando
-pie descalzo por este sendero-
a traerle –jazmín que se escapa-
de regalo un conejo a mi perro.